El Palacio de Valbuena en Solares, dedicado hoy a la hostelería, mantiene la prestancia y el aspecto de distinción del que fuera solar de uno de los linajes más ilustres de Cantabria.
El palacio, hoy conocido como de Valbuena, fue mandado construir por don Antonio Ibáñez de Riva Herrera a finales del siglo XVII, en 1692. Nacido en Solares y estudió las artes en Salamanca para posteriormente ordenarse como sacerdote. Consiguió durante su ejercicio las más altas distinciones. Fue sucesivamente, colegial mayor de San Ildefonso de Alcalá, canónigo magistral de la santa iglesia catedral de Málaga, obispo de Ceuta, arzobispo de Zaragoza, virrey de Aragón, inquisidor general de España, presidente de Castilla y arzobispo de Toledo.
El palacio a construir debía de estar acorde con el rango de su propietario. En el edificio, ampliando y remodelado, destaca el escudo de armas que lleva en la parte superior un capelo, y, sostenido por dos amorcillos que cabalgan sobre águilas, el cordón con las veinte borlas de arzobispo. Bajo el sombrero se distingue una cruz de dos traviesas, símbolo que indica la categoría de primado.
A cada lado del escudo, dos espléndidas figuras femeninas sostienen sendos estandartes, y bajo ellas, se aprecian dos tritones abrazando un ancla. Completaba el escudo, hasta fechas recientes, una corona de marqués, hoy destruida, en referencia al titulo de marqués de Valbuena de Duero que por entonces recibió el sobrino del Arzobispo, Antonio Ibáñez Prieto de la Concha.
Las armas de los escudos pertenecen a Ibáñez y Agüero el superior, y a Riva y Herrera el inferior más pequeño. El palacio se adosa al norte a una construcción anterior con la que forma conjunto, que pudo ser del antiguo solar de los Ibáñez y en la que se encuentra también la capilla, dedicada a San Juan, cuya portada clásica se enmarca con un gran arco adelantado de la fachada y rematado con una pequeña espadaña.